3 - El mercado
En el primer capítulo, estudiamos el mecanismo que subyace a las jerarquías económicas. En el segundo capítulo, vimos qué pasa con las jerarquías cuando la tecnología se desarrolla. Ahora aplicaremos estos conceptos para entender la economía actual.
Hasta ahora, hablamos de las jerarquías económicas en general, sin considerar conceptos concretos importantes para la economía actual. Por ejemplo, el mercado es un sistema de alineación de incentivos para la producción que funciona sin necesidad de un liderazgo central. En este capítulo, analizaremos el mercado y sus límites, veremos por qué surgen empresas lideradas en su interior, y estudiaremos el rol del sistema financiero, que permite alinear los incentivos de las personas para fundar nuevas empresas y aprovechar avances tecnológicos.
A continuación, analizaremos la economía de plataformas desde la disputa de redes. En particular, veremos por qué algunas plataformas pueden abaratar el costo de un servicio y que aún así el precio del servicio aumente para el usuario final.
Después, analizaremos las tendencias futuras que la disputa de redes implica para la economía actual. Veremos que tener horarios laborales fijos y depender de un ingreso mensual funcionan como cápsides, y que por lo tanto la flexibilización horaria y el salario básico universal son posibles ecólisis.
Además, veremos que tanto el mercado como mecanismo general de intercambio como el sistema financiero podrán desaparecer dado un punto crítico de desarrollo de la disputa de redes.
El mercado
El liderazgo promueve la colaboración porque alinea los incentivos de las personas para producir. Sin embargo, hay otras maneras de alinear incentivos además del liderazgo.
Llamamos “protocolos” a los mecanismos de alineación de incentivos que no requieren una autoridad central. El mercado es un protocolo. Presentaremos otros protocolos en el capítulo 5.
En el mercado, la gente colabora intercambiando. Cada persona trabaja, produce valor, y luego intercambia lo producido con sus pares.
Pueden especializarse, y así mejorar la productividad per cápita.
En un contexto de mercado perfecto, a nadie le conviene no trabajar. Cada uno obtiene el valor que produjo o intercambió por bienes y servicios de valor equivalente al que produjo.
El mercado, como el liderazgo, es estable: a nadie le conviene dejar de creer en el dinero, porque eso empeoraría su nivel de vida. Por ejemplo, si dejo de creer en el valor del dinero, no podré intercambiar valor con los demás. Entonces, produciré de manera aislada y obtendré menos valor que el que obtendría pudiendo especializarme y colaborar.
Si el mercado funcionara perfectamente, no concentraría el poder. En este capítulo estudiaremos el funcionamiento real del mercado, por qué surgen las empresas, y los efectos de la disputa de redes sobre la economía actual y futura.
La competencia perfecta
La economía mainstream parte del paradigma de la competencia perfecta y se desarrolla derivando conclusiones o discutiendo algunos supuestos de dicho paradigma.
Para el modelo de competencia perfecta, los individuos son perfectamente racionales y procesan la información perfectamente. En el capítulo 4, veremos la justificación epistemológica de esta idealización, pero por ahora observemos que si procesáramos perfectamente la información, el mercado coordinaría la economía perfectamente.
Si conocemos qué demanda la sociedad y a qué precio, podemos producir lo que mejor sabemos hacer y así maximizar el valor que producimos. Después podremos vender lo que produjimos a precio de mercado y comprar lo que queramos a precio de mercado para maximizar nuestro bienestar.
De esta manera, la colaboración sería eficiente y no aparecería el liderazgo.
Para este modelo, contratar a alguien o ser contratado es una transacción económica cualquiera. Una persona vende trabajo por dinero y obtiene una suma que siempre equivaldría al valor de su trabajo.
Toda transacción intercambiaría igual valor. No permitiría transferir ni capturar valor producido por otra persona. En cualquier momento, cada persona poseería exactamente tanto valor como el que produjo.
Para el modelo de la competencia perfecta, la desigualdad aparece porque distintas personas producen distintas cantidades de valor. Si una persona es multimillonaria cuando millones son pobres, es porque trabajó más y mejor, para producir cientas de millones de veces más valor que los demás.
Desde el modelo de competencia perfecta, pertenecer a una empresa no aporta ningún valor a las personas. El abogado, la analista de datos, el diseñador y la ingeniera venden su trabajo en el mercado, no importa si a una empresa o a otro individuo, no importa si a la misma empresa o a empresas diferentes. El valor recibido es el valor de su trabajo en el mercado.
En la competencia perfecta, organizarse en empresas no aporta un valor diferencial.
La Inatención
Los individuos no somos perfectamente racionales, ni procesamos la información perfectamente, ni conocemos el sistema de precios perfectamente.
Tampoco somos capaces de negociar todas las cosas todo el tiempo.
Negociar es como atajar un tiro libre. Podemos atajar un tiro libre. Pero si nos patean veintisiete tiros libres al mismo tiempo, no podemos atajar todos. Podemos negociar algo, pero no muchas cosas al mismo tiempo porque la atención es finita. Negociar también consume tiempo. Cuando negociamos un precio o un salario perdemos tiempo que podríamos haber usado para producir. Entonces no nos alcanza ni el tiempo ni la atención para poder negociar todo al mismo tiempo.
Identificar qué producto o servicio nos conviene producir también consume tiempo, energía y atención. Requiere analizar qué demanda la sociedad, a qué precios, y qué ventajas relativas tenemos para producir cada cosa. Eso no es gratis.
En el modelo de la competencia perfecta, esos problemas no existían porque éramos individuos perfectamente racionales, con información perfecta. Por eso era inútil pertenecer a una empresa.
En el mundo real, tenemos atención finita y por lo tanto nos conviene delegar el pensamiento en algunas cosas para centrarnos en otras. Supongamos que soy un analista de datos y quiero maximizar el beneficio de mi trabajo. Si procesar toda la información fuera gratis e inmediato, yo podría conseguir el mejor cliente posible en cada instante automáticamente. Como no es gratis e inmediato, no puedo estar buscando el mejor cliente todo el tiempo porque en algún momento tengo que trabajar para recibir dinero. Entonces, necesariamente hay un punto en el que me conviene dejar de negociar quién necesita un analista de datos para empezar a procesar tablas, hacer gráficos o escribir informes, incluso si no me pagan el salario más alto al que yo podría acceder.
Asimismo, conviene fijar algunos intercambios o transacciones para poder pensar en otras. Al empresario le conviene contratar un abogado de manera estable, para dejar de pensar en el tema y poder investigar mejor qué productos desea la gente. El abogado negocia su salario de vez en cuando, pero la mayoría del tiempo trabaja en dar una buena asesoría que justifique el salario que negoció.
En el mundo real, conseguir un pacto razonable y estable que libere nuestra atención es mejor que buscar un nuevo contrato perfecto todo el tiempo. Establecer relaciones productivas estables es conveniente para las partes involucradas, porque permite que algunas personas piensen en unas cosas, otras piensen en otras, se cubran mutuamente las espaldas, y todas tengan tiempo para producir valor.
Las organizaciones formadas así mejoran la productividad del grupo. Estas organizaciones no alinean los incentivos de sus participantes mediante el mercado, precisamente porque nacen de haber cristalizado las negociaciones en su interior, lo que implica que el mercado no organiza a las empresas por dentro. Existen porque interactuar con el mercado en soledad es ineficiente. Las empresas son islas de organización explícita dentro del mercado.
Estas organizaciones pueden ser formales o informales. Diremos que un individuo pertenece a una organización cuando trabaja en ella de manera estable, incluso si los papeles y archivos legales afirman que es un trabajador independiente.
La colaboración en empresas mejora la productividad per cápita, pero no está promovida por el mercado. Las empresas requieren un mecanismo para alinear los incentivos en su interior, y el mecanismo que usan en la práctica es el liderazgo. En las empresas trabajamos para que los líderes nos premien si hacemos bien nuestro trabajo y para que no nos penalicen si lo hacemos mal.
Las empresas son estructuras lideradas en contextos de mercado. Surgen porque no procesamos perfectamente la información, lo que nos lleva a colaborar con otras personas para interactuar con el mercado.
El valor producido por la empresa
Como las empresas producen en un contexto de mercado, venden sus productos por dinero. Este dinero permite comprar cosas, y adquiere valor real en el contexto de mercado.
Siendo detallistas, el valor producido por la empresa es el valor real que podemos adquirir en el mercado con el dinero que ganó la empresa.
Vamos a tomarnos la licencia de analizar el valor producido por la empresa en términos de dinero. Esto tiene sentido en contextos de mercado, es decir, cuando el dinero funciona como medio de intercambio común entre las empresas. Cuando eso sucede, el valor real que una empresa reparte entre sus participantes es proporcional al dinero que genera la empresa. Sin embargo, cuando una organización está aislada del resto del sistema, sólo puede ofrecer a sus empleados el valor que generó autárquicamente. Más adelante en el capítulo veremos en qué contextos podría ser conveniente para una organización aislarse del resto del mercado.
Hecha esta observación, queremos ver cuánto dinero genera una empresa. Estamos entendiendo a la empresa como la organización de personas para producir, y nada más que la organización para producir. La empresa, así definida, es una entidad puramente relacional. Las máquinas y el capital inicial de la empresa son cosas que la organización usa, pero no son la organización. La organización es el grupo de personas colaborando y dividiendo tareas.
Una empresa produce algo y lo vende en el mercado. A cambio, obtiene una suma de dinero. No todo ese dinero es parte del valor que la organización generó.
Para ver cuánto de ese dinero generó la organización, hace falta restarle los intereses a los préstamos y los dividendos de los inversores, que son el costo del capital inicial. Más adelante, cuando analicemos el sistema financiero, veremos que la renta del capital no es la ganancia del líder de una empresa, sino la ganancia de otra empresa, el grupo financiero.
Después de restar el costo del capital inicial, queda restar los costos de los insumos, los alquileres, la amortización de las máquinas, y otros costos de herramientas necesarias para la producción.
Una vez que se restó el costo de todos los insumos y herramientas utilizadas y la retribución al capital inicial, queda la suma de dinero que fue generado exclusivamente por el trabajo colaborativo de la organización. Esa es la suma de dinero que luego los líderes de la empresa reparten entre los participantes en forma de salario, y del cual obtienen una ganancia.
La ganancia que estamos considerando no es la plusvalía por la posesión del capital, sino la ganancia de los líderes por el mero hecho de repartir el fruto del trabajo de la organización. Esta ganancia existe incluso en las empresas de servicios en que las máquinas y los insumos son propiedad de los miembros de la organización.
El reparto de dinero entre líderes y empleados sigue las reglas que vimos en el capítulo 1. El líder paga salarios tan bajos como los mejores salarios que pagarían otras empresas, y como la curva de productividad per cápita es cóncava hacia abajo, esto permite capturar parte del valor generado por la organización.
El valor producido por una empresa es el valor producido exclusivamente por la organización, es decir, por el grupo de personas colaborando y dividiendo tareas. Este es el poder de compra del dinero generado en ventas, menos la amortización de las máquinas, el pago de alquileres, el pago de préstamos y dividendos, y de cualquier otro costo que no sea el trabajo organizado de personas. Esta suma equivale al dinero que tiene el líder para repartir entre sus empleados.
La tecnología de la empresa
En el primer capítulo, definimos a la tecnología como el factor que determina una curva de productividad per cápita.
Las máquinas a las que puede acceder una empresa, así como su capacidad de coordinar la producción, forman parte de su tecnología.
Sin embargo, parte de la tecnología de una empresa es elegir qué producto vender. Una empresa que fabrica puentes tiene una curva de productividad per cápita diferente que una empresa que brinda servicios de jardinería.
No todas las empresas pueden producir las mismas cosas, porque no tendría sentido que todas las empresas produzcan puentes o que todas las empresas brinden servicios de jardinería.
Entonces, las empresas se adaptan para complementarse, y naturalmente adquieren curvas distintas de productividad per cápita.
En los capítulos anteriores, analizábamos al sistema como si todas las organizaciones usaran las mismas tecnologías y tuvieran curvas de productividad per cápita similares.
Además, hasta ahora hemos considerado curvas de productividad per cápita de una sola dimensión. En otras palabras, veíamos cómo crecía la productividad cuando crecía la cantidad de personas en general. En realidad, distintos procesos productivos requieren personas con habilidades o niveles de experiencia diferentes. La productividad no crece del mismo modo si se incorpora un abogado a una empresa específica que si se incorpora una programadora o un despachante de aduanas.
Para hacer predicciones finas, hace falta tener en cuenta estas observaciones. Por ejemplo, en el capítulo anterior, mostramos un punto de inflexión para la caída salarial que no consideraba que las curvas de tecnología son distintas para distintos sectores. Tampoco consideraba que las organizaciones distinguen entre personas con diferente formación. En la práctica, cuando las organizaciones tienen tamaños lo suficientemente grandes en un sector específico, o para un sector específico de trabajadores, el valor que ofrecen a sus participantes puede empezar a decrecer mucho antes de que la organización ocupe a la mitad de las personas del planeta.
A medida que mejoran la capacidad de coordinar la producción y las máquinas disponibles, los equipos pueden dividir tareas de manera eficiente y organizarse en grupos más grandes. Tanto las empresas que producen puentes como las empresas de jardinería pueden crecer, y los distintos sectores mostrarán los efectos de la disputa de redes.
La tecnología de la empresa incluye la decisión del producto a vender. Esto implica que distintas empresas pueden tener distintas curvas de productividad per cápita. Sin embargo, las mejoras en la maquinaria y la capacidad de coordinación generan una tendencia general a que las organizaciones crezcan y a la consecuente disputa de redes.
El liderazgo en la empresa
El líder de una organización es la persona que tiene la capacidad de repartir los beneficios y expulsar al resto.
En esta sección, analizaremos el liderazgo al interior de las empresas. Las empresas suelen tener jerarquías de liderazgos mayores y menores.
Esto quiere decir que cada jefe tiene seguidores directos, que a su vez tienen seguidores directos, y cada jefe suele premiar o castigar solamente a sus seguidores directos. Los jefes directos de nuestros jefes directos son jefes indirectos porque al liderar a nuestros jefes tienen poder indirecto sobre nosotros.
Cuando el jefe de un equipo es capaz de premiar y penalizar a sus subordinados, puede capturar parte del valor generado por su equipo aprovechando su condición de líder, y esto sucede en toda la jerarquía de la empresa. Por ejemplo, un jefe puede presentar trabajos o ideas de su equipo como propias y capturar parte de los beneficios económicos o incluso reputacionales del trabajo colectivo.
En el capítulo anterior, observamos que los liderazgos menores se debilitan cuando avanza la tecnología, y que en las primeras décadas del siglo XXI las corporaciones tendieron a podar sus estructuras de liderazgos menores. También observamos que el desarrollo tecnológico reduce la probabilidad de desprendimiento de los líderes menores.
En el contexto de las empresas, el rol de líder principal suele tenerlo una junta directiva, que tiene la potestad de remover al CEO. En esos casos, el CEO sería un líder menor que respondería a la junta directiva.
La junta directiva es un grupo de personas, no una sola persona. Para obrar en conjunto, debe existir algún mecanismo de alineación de incentivos. Ya mencionamos en el capítulo 1 que los grupos pequeños pueden alinear sus incentivos mediante relaciones de confianza, amistad, emociones y reciprocidad. Cuando la junta directiva es pequeña, puede alinear sus incentivos sin necesidad de liderazgo en su interior. Sin embargo, cuando la junta es grande, pueden emerger liderazgos al interior de la junta. A veces, el propio CEO puede transformarse en el líder de la junta, transformándose así en el líder mayor de la empresa.
El CEO puede tener una ventaja excepcional como líder menor. A diferencia de sus subordinados y otros líderes menores, él puede ser la única persona de la organización que responde directamente a la junta directiva, es decir, a su líder directo.
Cuando un CEO no tiene pares directos, se reduce el poder intrínseco de la junta para evitar que el CEO se desprenda. Como el CEO no tiene pares directos, desprenderse no implicará dejar de colaborar con grandes sectores de la organización, ni enfrentar a grandes sectores de la organización que pudieran reprender su rebeldía. Entonces, el desprendimiento es más probable.
Aunque la junta no tenga poder intrínseco para evitar que el CEO se desprenda, el liderazgo de las juntas sobre los CEOs puede sostenerse extrínsecamente.
En primer lugar, existe otra organización, el Estado, que suele cuidar relaciones de propiedad privada. En caso de que el CEO quisiera desprenderse, el Estado podría intervenir para velar por el liderazgo de la junta sobre la empresa.
Recordemos que el poder del Estado sobre una empresa no es más que el poder de una organización sobre otra. Ya hemos observado en el capítulo anterior que si la tecnología avanza y las empresas crecen, los estados podrían perder poder sobre ellas como ya sucedió varias veces en la historia. En caso de que esto sucediera, los CEOs podrían desprenderse de sus juntas y asumir el liderazgo mayor de sus empresas más fácilmente.
En segundo lugar, hay otro tipo de organizaciones que sostienen el poder de la junta sobre el CEO. Estos son los grupos financieros, que ofrecen una suma de valor para fundar o desarrollar la empresa a cambio de intereses y, potencialmente, participación en la junta directiva. Cuando el bienestar de una empresa depende de la inyección de valor por parte del grupo financiero, la junta goza de un margen de obediencia para con los CEOs. Analizaremos el papel que juega el sistema financiero en la economía en la sección siguiente.
Recordemos que la ganancia de la empresa es diferente de la ganancia del grupo financiero. La ganancia en una empresa es la parte del valor producido por la empresa que captura su líder. No estamos contando el retorno del capital como parte del valor que produjo la organización.
El sistema financiero
Hay un problema de alineación de incentivos para fundar una nueva empresa.
Fundar una empresa no da beneficios inmediatamente. Organizar un grupo grande de gente toma tiempo y esfuerzo. Cuando existen empresas de gran productividad, comenzar una empresa nueva implica trabajar con retornos menores a la media durante algún tiempo.
La posibilidad de fundar nuevas empresas es crucial para comprender el liderazgo y la disputa de redes. En el capítulo uno, mencionamos que para calcular la conformidad de las organizaciones hacía falta tener en cuenta la productividad asequible por la fundación de una nueva organización. En el capítulo dos, mencionamos la tendencia al despotismo, que se basaba en la existencia de una única organización y la imposibilidad de fundar organizaciones nuevas. Para comprender cuándo y cómo pueden fundarse nuevas organizaciones es indispensable considerar el rol del sistema financiero.
Los fondos de inversión son un tipo particular de empresa que se dedica a transferir valor entre empresas para aumentar el valor total producido por el grupo de empresas. Esta forma de colaboración también es liderada, y permite obtener una ganancia a los líderes del sistema financiero. Veamos cómo funciona la colaboración en el sistema financiero.
Supongamos que todas las empresas producen panes en un mercado, con una tecnología que genera 100 monedas por persona en grupos de 100 personas.
En ese mundo, las empresas quedarán organizadas en grupos de 100 personas.
Supongamos que más tarde aparece una nueva tecnología que permite producir pizzas y generar 200 monedas por persona en grupos de 100 personas. Sin embargo, usarla requiere reorganizar todo el sistema productivo desde el principio, lo que equivale a fundar una nueva empresa y empezar desde cero.
En esta situación hay un dilema, porque los primeros empleados en mudarse a la nueva empresa pasarán de ganar, digamos, 80 monedas de salario produciendo panes a ganar unas 10 o 20 monedas produciendo pizza.
Una vez terminada, la organización será más productiva, pero al principio generará menos valor (i.e. menor ingreso por persona).
El “valor extra” de producir pizzas empieza siendo negativo porque el nuevo equipo empieza siendo pequeño. Eso genera un valle de productividad menor que, en principio, a ningún trabajador le será conveniente cruzar.
Si no hay un mecanismo que alinee los incentivos para participar de la nueva empresa, fundar la empresa nueva es una externalidad positiva. Trabajar en el nuevo sistema es malo para los primeros participantes, porque la empresa tiene baja productividad en su etapa inicial, y es bueno para los que lleguen después, porque alcanzarán una productividad mayor gracias a la mejora de la productividad per cápita dada por la organización de los primeros participantes.
Estamos considerando la fundación de la nueva empresa de manera aislada. Al hacerlo, observamos que algunas personas tendrían que ir en contra de sus intereses económicos inmediatos para que la organización suceda.
Una vez que la empresa cuenta con una cantidad de trabajadores suficiente para ser más productiva que las empresas preexistentes, incorporarse a la nueva empresa ya no requerirá que los trabajadores vayan en contra de sus intereses económicos inmediatos. Llamaremos “umbral de competitividad” a la cantidad de participación suficiente para que participar de una nueva organización sea inmediatamente conveniente para los participantes.
En estos contextos, diremos que la nueva empresa requiere energía de activación. La energía de activación requerida para fundar una organización es cuánto las personas tienen que ir contra sus intereses económicos inmediatos antes de que el proceso se sostenga por sí mismo de manera estable, con los incentivos de los participantes alineados para producir en la organización. En otras palabras, la energía de activación es cuánto las personas deben ir contra sus intereses económicos inmediatos para que una empresa alcance el umbral de competitividad.
Podemos entender a la energía de activación como una suma de valor que hace falta inyectar a la empresa antes de que esta empiece a funcionar por sí misma, como los nutrientes que provee una semilla para que una planta crezca hasta poder obtenerlos por sí mismos. En el mercado financiero, el valor se inyecta en forma de dinero para resolver este problema suele llamarse “capital semilla”.
En los capítulos anteriores mencionamos algunas fuentes de energía, y volveremos a considerar otras formas de energía de activación en el capítulo 5 al considerar los desafíos asociados a diseñar un proceso revolucionario.
Por ejemplo, una fuente de energía para participar en una organización son las emociones y el bienestar asociado a pertenecer a una comunidad. En el capítulo 1, mencionamos que las emociones pueden alinear los incentivos de grupos pequeños. Las emociones y la pertenencia dan energía a algunas organizaciones religiosas, agrupaciones políticas y organizaciones altruistas.
Otra fuente de energía es la expectativa de estar mejor posicionado en el nuevo sistema por haber participado primero. La ganancia asociada a liderar la nueva organización incentiva a fundarla. Además de alinear los incentivos del grupo, el liderazgo es una fuente de energía para fundar organizaciones. Esto incluye a las empresas, pero también a los grupos que hicieron revoluciones marxistas y a las organizaciones lideradas en general. Otra práctica frecuente es ofrecer participación en las ganancias a los primeros empleados para compensar el valle de incorporarse a una empresa incipiente, punto que retomaremos en el capítulo 5.
Muchas veces, las emociones y el liderazgo no dan energía suficiente para fundar una nueva organización. Esto sucede cuando la energía de activación es muy alta porque la conformidad es alta en las organizaciones preexistentes. Como las emociones y la pertenencia están asociadas a grupos pequeños, no son suficientes para obtener mucha energía de activación. Además, cuanto mayores son la conformidad y el margen de obediencia, la expectativa de que la nueva organización triunfe es menor, y por lo tanto la expectativa de ganancia mediante el liderazgo de la nueva organización también es menor.
El sistema financiero permite que las empresas obtengan sumas grandes de energía de activación. Las organizaciones financieras funcionan como redes de transferencia de valor entre empresas.
En el ejemplo anterior, una o varias empresas que producen panes pueden dar panes a la nueva empresa hasta que ésta llegue a su umbral de competitividad. La nueva empresa podrá crecer aunque al principio sea menos productiva, porque podrá pagar sus costos con los panes que le prestaron. Así podrá superar el valle de productividad y volverse una empresa rentable.
Como una de las empresas de la red de transferencia de valor pasa a generar más valor, el sistema alcanza una productividad mayor que la que tenía anteriormente.
Después de superar el umbral de competitividad y volverse más productiva que las empresas que producen panes, el líder de la empresa de pizzas puede devolver más panes que los que le prestaron. Para la empresa que produce pizzas, es conveniente participar de la red de transferencia de valor porque permite que esta exista. Para las empresas que producen panes, es conveniente prestar panes porque después de hacerlo les devolverán más panes que los que prestaron (y obtener así un retorno de inversión o ROI).
A nivel sistémico, los fondos de inversión son redes que transmiten valor entre organizaciones para aprovechar nuevas tecnologías que aumenten la productividad del sistema. Las redes de transferencia de valor son redes de colaboración lideradas, cuyos líderes obtienen ganancias.
A medida que la red crece y controla más valor, los fondos de inversión son más productivos.
Imaginá haber trabajado durante años para ahorrar 10,000 monedas. De pronto, aparece una apuesta que requiere 10,000 monedas para entrar. Si tirás tres monedas seguidas y todas salen cara, te llevás 300,000 monedas. Si alguna de las tres sale cruz, perdés tus 10,000 monedas.
La probabilidad de obtener cara tres veces seguidas es de uno sobre ocho. Una de cada ocho veces que hagas esa apuesta ganarás 30 veces la suma apostada. Si tenés mucho dinero y podés jugar muchas veces, te conviene jugar porque a la larga ganarás dinero. Si no tenés mucho dinero, las probabilidades de perder todos tus ahorros son demasiado altas como para jugar.
Con las empresas sucede lo mismo. Hay inversiones riesgosas que, de funcionar, sus retornos multiplicarían la inversión inicial. Cuanto más valor controla una red financiera, tiene mayor respaldo para invertir en proyectos de mayor riesgo y mayor retorno.
Además, controlar más valor permite fundar o modernizar empresas que requieren mayor inversión antes de volverse más rentables. Poder superar umbrales de competitividad más altos permite aprovechar más tecnologías y ofrece un rango mayor de inversiones potencialmente convenientes.
Al igual que en cualquier empresa, la capacidad de aprovechar los beneficios de la colaboración depende de la tecnología disponible. En el caso financiero, identificar los movimientos de valor más convenientes para mejorar la productividad de la empresa financiera se vuelve más difícil cuando se controla demasiado valor. Identificar la mejor combinación de inversiones posible requiere tiempo y esfuerzo, y las combinaciones posibles de inversiones crecen exponencialmente a medida que crece el valor controlado. Conducir el valor de manera óptima se vuelve muy difícil cuando se controla demasiado valor.
Esto genera una curva cóncava de rendimiento porcentual de las inversiones respecto de la cantidad de valor controlado. Al principio, controlar más valor otorga claras ventajas hasta un punto óptimo en que las desventajas empiezan a pesar más. Esta curva representa la tecnología de los fondos de inversión.
La curva de tecnología es distinta para fondos que trabajan en dominios diferentes.
Más arriba en este capítulo, observamos que las empresas que producen puentes y las empresas que proveen servicios de jardinería tienen tecnologías distintas porque se dedican a dominios distintos. Esta heterogeneidad emerge porque las empresas se adaptan para complementarse y optimizar el valor que produce cada una en un contexto de mercado.
De la misma manera, los fondos de inversión se especializan en tipos de inversión u organizaciones específicas, por lo que tienen distintas curvas de rendimiento y tamaños diferentes.
A medida que la tecnología de coordinación y procesamiento de información mejora, los fondos de inversión crecen y también sufren la disputa de redes.
En el capítulo anterior, cuando consideramos las avalanchas, mencionamos un tipo particular de desarrollos tecnológicos en los que la nueva tecnología promovía la producción en grupos más pequeños. Esto sucedía porque algunas tecnologías disruptivas permiten mejorar la productividad pero escalan peor en grupos grandes de personas.
La energía para fundar nuevas empresas que usen las tecnologías disruptivas suele provenir del sistema financiero. Cuando aparecen tecnologías disruptivas, la actividad financiera puede conseguir buenos retornos con menor energía de activación. Más adelante en este capítulo veremos que participar de redes financieras podría dejar de ser conveniente para las grandes organizaciones a medida que avanza la disputa de redes. Si esto sucede, será muy difícil que nuevas organizaciones consigan la energía de activación requerida para subsistir.
Una empresa financiera es una red de flujo de valor entre organizaciones para aprovechar tecnologías y aumentar la productividad conjunta. Es una red de colaboración liderada pasible de ganancias.
El sistema financiero también tiene formas derivadas de obtener dinero, como comprar y vender la participación de empresas. Estos son juegos de suma cero y no es la fuente principal de generación de valor del sistema financiero.
El sistema financiero acelera la disputa de redes y es pasible de disputa de redes, pero no es el motor principal de la concentración de poder. El motor fundamental de la disputa de redes es el desarrollo tecnológico que permite liderar redes cada vez más grandes.
Existen otras maneras de superar el valle de productividad para activar nuevas tecnologías. Por ejemplo, algunos países autoritarios se desarrollaron rápidamente porque cubrieron ese valle con coerción. Obligaron a algunos ciudadanos a superar el valle incluso cuando esto no fuera lo más conveniente en el corto plazo como forma de energía de activación. En el capítulo seis, estudiaremos fuentes alternativas al sistema financiero para conseguir la energía de activación necesaria para fundar redes nuevas.
Las economía de plataformas
Muchas plataformas digitales muestran los efectos acelerados de la disputa de redes.
En muchas plataformas digitales, los beneficios de la colaboración escalan para grupos grandes de usuarios. La curva de valor generado según la cantidad de usuarios para estas plataformas no tendría punto óptimo sino que crecería indefinidamente. En economía, esta propiedad suele llamarse “efecto de red” o “externalidad de red”.
Por ejemplo, a medida que una plataforma para compartir videos o imágenes tiene más usuarios, tiene más material para recomendar a cualquiera de sus usuarios a fin de maximizar el entretenimiento. Como existen algoritmos de recomendación eficientes para grandes volúmenes de datos, la capacidad de recomendar videos entretenidos de manera personalizada crece monótonamente con la cantidad de participantes.
Algo similar sucede con las plataformas de mensajería. Cuantos más usuarios tienen, ofrecen más valor a todos sus usuarios porque permiten enviar mensajes a más personas a todos ellos. Las plataformas de compraventa con más usuarios permiten acceder a más productos para los compradores y a más compradores para los vendedores. Si el sistema recomienda productos optimizando la relación entre precio y calidad, cuantos más productos haya en venta se podrán encontrar mejores ofertas. Las plataformas de reparto de comida a domicilio o los servicios de transporte bajo demanda como Uber ofrecen más clientes a los conductores y mayor disponibilidad de conductores cuantos más usuarios tienen.
Los servicios de inteligencia artificial consiguen más datos y recursos para mejorar sus productos a medida que consiguen más usuarios.1 Las plataformas de streaming pueden ofrecer más variedad de películas cuando tienen más dinero para usar en eso porque tienen más usuarios pagos.
En la economía de plataformas, la disputa de redes funciona de manera acelerada. Como las empresas saben que en la disputa de redes la dinámica es de crecer o perecer, invierten sumas multimillonarias en crecer lo más rápido posible.
Dado que las plataformas tienen una curva de tecnología creciente, lo que pasa en la economía de plataformas de manera acelerada es un buen indicador de lo que sucede lentamente en las organizaciones en general a medida que la tecnología permite producir de manera eficiente en grupos cada vez más grandes de personas.
En esta sección, veremos que algunos servicios proveídos por plataformas ya mostraron los efectos de la tendencia al despotismo. En particular, veremos cómo algunas plataformas pueden capturar más valor que el que crearon ellas mismas, disminuyendo así el valor neto que ofrecen a sus usuarios y la sociedad en su conjunto, de la misma manera que dado un punto crítico de la disputa de redes la mejora productiva deriva en perjuicios salariales.
En 2014, Peter Thiel, co-fundador y ex CEO de PayPal, escribió un libro titulado Zero to One en el que compartió una serie de observaciones sobre el emprendedurismo y las startups digitales. Observó que las plataformas digitales tienden a ser monopólicas por los efectos de red y que esto permitía que capturaran parte del valor generado a la sociedad. Sin embargo, argumentó que esto era deseable por dos motivos.
En primer lugar, defendió que era deseable porque para que emerjan las plataformas digitales deben implementar tecnologías que aporten valor a la sociedad. Por ejemplo, deben ofrecer entretenimiento gratuito eficientemente, o permitir conectar millones de personas para enviar mensajes, o encontrar conductores o repartidores a menor costo. De otro modo, las plataformas no crecerían porque a nadie les convendría usarlas. Además, una heurística es que estas empresas deben crear al menos diez veces más valor del que ofrecían las empresas preexistentes para volverse monopólicas. Esto es porque si el valor generado aumenta a medida que aumenta el número de personas que usan la plataforma —y para volverse monopólicas la tienen que usar todas las personas— cuando estas dos cosas suceden al mismo tiempo probablemente la plataforma genera mucho más valor que el que la alternativa previa proveía.
En segundo lugar, defendió que era deseable porque hace falta algún incentivo para que las personas se dediquen a construir plataformas que aporten diez veces más valor a la sociedad que el preexistente. Peter Thiel reconoce que en los mercados de competencia perfecta la ganancia empresarial tendería a cero. Al comienzo de este capítulo observamos que en los mercados de competencia perfecta ni siquiera existirían las empresas. Parafraseando a Thiel desde el vocabulario que venimos usando, los monopolios aumentan la conformidad y, por lo tanto, permiten capturar valor. En consecuencia, la expectativa de capturar valor otorga la energía de activación necesaria para que aparezcan empresas que aporten valor a la sociedad.
El argumento de Thiel observa la importancia de aportar valor para que una empresa emerja y la necesidad de energía de activación para crear nuevas organizaciones. Sin embargo, no considera que aunque las empresas ofrezcan valor nuevo, tras monopolizar un servicio adquieren la capacidad de capturar más valor que el que crearon. Cuando las empresas capturan más valor que el que crearon, los usuarios pierden parte del valor al que antes podían acceder. La situación es análoga a la tendencia al despotismo, en que la mejora tecnológica aumenta el valor generado pero reduce el salario de los trabajadores.
La cuestión central es que cuando una red escala hasta transformarse en monopólica desplaza o debilita a las redes alternativas preexistentes. Como el margen de conformidad depende de la diferencia entre el valor generado por una organización y el valor ofrecido por la mejor alternativa, el margen de conformidad no sólo crece cuando aumenta el valor producido por la organización nueva, sino también cuando se reduce el valor ofrecido por las organizaciones preexistentes.
Cuando analizábamos la tendencia al despotismo en el capítulo 2, argumentamos que cuando una empresa crece demasiado y las demás se debilitan, los salarios pueden empezar a decrecer.
Un efecto análogo es lo que de hecho sucedió en la economía de plataformas. Por ejemplo, cuando las plataformas de reparto de comida a domicilio escalaron, los restaurantes dejaron de contratar personas que se dedicaran al reparto de comida. Había una red preexistente de reparto de comida que ofrecía valor a los clientes y se debilitó cuando emergieron las plataformas de reparto. Una vez monopolizado el servicio, las plataformas de reparto comenzaron a cobrar tarifas de servicio y envíos más caros que los que existían previamente.
Cuando Facebook se volvió masiva, MySpace dejó de utilizarse y las personas redujeron la frecuencia de los encuentros recreativos en persona. Debido a la alta conformidad dada por su monopolio, Meta fue capaz de conservar usuarios tras escándalos como el de Cambridge Analytica en 2018 o las recurrentes acusaciones de impulsar contenidos y prácticas intencionalmente adictivas sin que esto impactara en su número de usuarios.
Cuando Netflix, PayPal o Uber consiguieron posiciones monopólicas, dispararon sus tarifas. YouTube era una plataforma gratuita apoyada por publicidades. A finales de 2015 introdujo una versión paga, y la versión gratuita empezó a incluir cada vez más publicidades.
Lo que sucede en las plataformas digitales es una muestra pequeña de los problemas del avance en la disputa de redes. El perjuicio neto para la persona media cuando una red liderada aumenta su conformidad porque desplaza redes alternativas preexistentes es el problema central de la economía futura. En el epílogo observaremos otra instancia de este problema que es la disolución de redes de solidaridad entre personas pobres que resulta en una pérdida de capital social y un aumento de la vulnerabilidad de estas personas.
Cápsides actuales, ecólisis futuras
Históricamente, las ecólisis mejoraron el nivel de vida de las personas. Liberaron a los cautivos y coincidieron con mejoras en la productividad y en el nivel de vida de la sociedad.
Sin embargo, estamos llegando al punto de inflexión de la disputa de redes. Esto implica que las ecólisis futuras generarán grandes concentraciones de poder, y superado el punto de inflexión, reducirán los salarios de manera generalizada.
Interpretar cuáles son las ecólisis futuras requiere interpretar cuáles son las organizaciones con mayor potencial de crecimiento, y qué mecanismos restringen el movimiento de los empleados de organizaciones pequeñas.
Una cápside a considerar es la jornada laboral de ocho horas. Esta existe incluso en trabajos que no requieren ocho horas diarias y consecutivas para llevar a cabo las tareas necesarias.
La jornada laboral fija y completa dificulta el trabajo en paralelo en torno a otros proyectos, la búsqueda de nuevos trabajos, y la evaluación de nuevas organizaciones productivas a las que una persona podría incorporarse gradualmente. Además, dificulta la capacitación en el uso de nuevas tecnologías requeridas para incorporarse a las empresas de mayor conectividad.
Esto restringe la movilidad de los miembros de las empresas pequeñas y funciona como cápside.
Las empresas tecnológicas e informáticas están impulsando cada vez más la flexibilidad horaria, que puede funcionar de ecólisis contra las jornadas laborales fijas.
Otra cápside actual es la necesidad de preservar el trabajo para subsistir. Requerir un trabajo estable implica que las personas tienen mucho menos tiempo para capacitarse y buscar organizaciones de productividad mayor.
Las empresas tecnológicas e informáticas, además de otros sectores económicos concentrados, han hecho avances en favor del salario básico universal, que funcionará como ecólisis contra la necesidad de preservar los trabajos en organizaciones pequeñas.
A medida que las organizaciones más dinámicas crezcan, la propiedad de la tierra y los recursos naturales se transformarán en una cápside. La propiedad de la tierra de las organizaciones pequeñas limitará la posibilidad de que las organizaciones grandes las fagociten, porque siempre tendrán su propiedad a su favor. Dado un nivel de desarrollo de la disputa de redes, podemos esperar que exista una ecólisis que ponga fin a la propiedad privada de la tierra y los recursos naturales. Por ejemplo, en 2016, un video del World Economic Forum afirmaba “no poseerás nada y serás feliz”2.
Hemos argumentado que el poder no depende de la propiedad sino del liderazgo. Por ejemplo, en la Unión Soviética, abolir la propiedad privada no eliminó las jerarquías de poder. La guerra civil de los Estados Unidos abolió la propiedad sobre las personas, pero el liderazgo de las personas continuó y los márgenes de ganancia aumentaron.
El desarrollo natural de la disputa de redes abolirá la propiedad privada, impondrá jornadas laborales flexibles e implementará un salario básico universal, pero concentrará el poder y empeorará el nivel de vida medio de la sociedad. Nuestra tarea es comprender el liderazgo y la colaboración humana para diseñar un futuro alternativo.
La extinción del dinero
Cuando analizamos el valor que genera una empresa, lo definimos tentativamente como el poder de compra del dinero que genera la organización.
Ese poder de compra depende de que otras organizaciones estén dispuestas a intercambiar el valor que generan. Hoy, a todas las organizaciones les conviene intercambiar valor con el resto, porque integrarse en un mercado común permite que las empresas se especialicen y todos los participantes mejoren su productividad.
Sin embargo, hay un momento crítico en la disputa de redes en que el mercado común podría desaparecer. Hubo un caso análogo en el mercado de plataformas digitales, en que la disputa de redes sucedió en forma acelerada.
Las comunicaciones muestran efectos de red. Cuanto mayor es la conectividad de una red de comunicaciones, esta aporta más valor a todos sus miembros porque permite a cualquier usuario comunicarse con más personas.
En un momento, las plataformas para intercambiar mensajes permitían la intercomunicación entre plataformas distintas. Esto es porque una plataforma de veinte usuarios que sólo le permite a sus usuarios comunicarse entre sí aporta poco valor. En cambio, una plataforma de veinte usuarios que permite comunicarse con los usuarios de cualquier otra plataforma aporta más valor a sus usuarios.
Al principio, a todas las plataformas les conviene intercambiar mensajes con todo el resto para ofrecer mejor servicio a su gente. El protocolo de correo electrónico surgió en esas condiciones, y por eso un usuario de Gmail puede enviar correos electrónicos a usuarios de Hotmail sin problemas.
Hoy el mercado se encuentra en una situación análoga a aquella en la que surgió el protocolo de correo electrónico, en el sentido de que promueve el intercambio de todos con todos. Un grupo de veinte personas completamente aislada del resto del mercado lograría una producción de subsistencia. En cambio, una empresa de veinte personas dentro de un mercado grande puede especializarse y adquirir un poder adquisitivo mayor.
Ahora bien, cuando una plataforma adquiere más de la mitad de los usuarios del mundo, le conviene desconectarse del resto. Supongamos que la plataforma A tiene 60 usuarios y las plataformas B y C tienen 20 usuarios cada una y permiten la intercomunicación de todos con todos. En ese caso, A, B y C permiten conectarse con 100 personas.
Si A se desconecta del resto, brindará menos valor a sus usuarios, porque les permitirá conectarse con 60 personas en lugar de 100. Sin embargo, B y C brindarán menos valor que A, porque permitirán conectarse con 20 usuarios cada una. Entonces, los usuarios de B y C migrarán a A, y esta plataforma adquirirá el monopolio.
Hoy, las plataformas como Facebook, Instagram o Twitter no permiten la interconectividad con empresas de otros propietarios. Aunque interconectarse aportaría más valor a sus usuarios, desconectarse del resto de las plataformas les permite monopolizar el servicio que proveen y garantizar márgenes de ganancia máximos.
De la misma manera, una vez que una organización alcance niveles de productividad lo suficientemente grandes y sea capaz de ofrecer un mejor nivel de vida por sí sola que todo el resto juntas, desaparecerá el mercado como medio de intercambio común de valor. Al desconectarse del mercado, tanto la empresa desconectada como el resto del mercado tendrán una productividad distinta a la que tenían antes. La productividad a comparar es la productividad asequible para las empresas tras la desconexión, es decir, cuánto valor ofrecerá a sus miembros la organización desconectada contra cuánto valor ofrecerán a sus miembros las empresas restantes.
Cuando una empresa sea capaz de ofrecer más valor que todas las restantes al desconectarse, se desconectará. Entonces la empresa desconectada adquirirá el monopolio absoluto rápidamente o las empresas restantes implementarán cápsides para evitar la fuga de sus seguidores. Cualquiera de las opciones es indeseable.
La extinción del sistema financiero
Con el avance de la disputa de redes, el sistema financiero dejará de funcionar como ahora.
En primer lugar, porque cuanto más productivas son las empresas existentes, fundar una empresa requiere más energía de activación, y por lo tanto fundar una nueva empresa requiere la inyección de más valor. Incluso si el valor que las grandes empresas le ofrecen a sus usuarios es bajo, la energía de activación podría seguir siendo alta. Si las grandes empresas tienen alta conformidad, pueden mejorar el valor ofrecido a sus usuarios en cualquier momento que alguien quiera fundar una nueva empresa para socavar sus esfuerzos, y volver a reducir el valor que ofrecen a sus usuarios cuando la amenaza desaparezca.
En segundo lugar, porque hoy el sistema financiero transfiere valor en forma de dinero, que depende del mercado como entorno de intercambio común.
Finalmente, porque a ninguna empresa le conviene que otra crezca en un contexto de disputa de redes. Como lo mencionamos al analizar el ensilamiento tecnológico, cuantas menos empresas hay en pie es menos conveniente que otra empresa crezca. Esto implica que a las organizaciones pertenecientes a una red financiera no les convendrá transferir valor a otras.
Hay dos resultados posibles. Uno es que el CEO de una o varias organizaciones se desprendan de la red financiera para dejar de inyectar valor a empresas que pudieran competir contra ellos. El otro es que los líderes de la red financiera garanticen su liderazgo promoviendo la colaboración productiva de la red financiera, afianzando así su poder para que a ningún CEO le sea conveniente desprenderse.
En el primer caso, el sistema financiero se disolverá. En el segundo, lo que era el sistema financiero se transformará en un liderazgo productivo que aglutina a las empresas entre las cuales antes sólo transfería valor. Pasará a liderar una corporación productiva, especialmente después de que el dinero pierda su valor como medio de intercambio indirecto.
Con el avance de la disputa de redes, el sistema financiero perderá su carácter monetario y dará lugar a liderazgos productivos.
Resumen del capítulo
El mercado es un protocolo que coordina la producción y alinea los incentivos de las partes involucradas sin necesidad de liderazgo. Si las personas fuéramos perfectamente racionales, las partes involucradas seríamos los individuos y no crecería la desigualdad.
Sin embargo, no somos perfectamente racionales. Por eso nos agregamos en empresas. Las empresas son redes de personas que colaboran distribuyendo la carga cognitiva de interactuar con el mercado.
El valor producido por una empresa es el valor producido por la organización de personas. El retorno al capital no es el valor producido por una empresa, sino el valor producido por los fondos de inversión.
Los fondos de inversión son redes de flujo de valor entre organizaciones para aprovechar tecnologías y aumentar la productividad conjunta. Son organizaciones lideradas, y proveen buena parte de la energía de activación para el surgimiento de nuevas organizaciones.
La disputa de redes acelerada en las plataformas digitales muestra dinámicas análogas a la tendencia al despotismo, en que las empresas monopólicas pueden capturar más valor que el que crearon, generando un perjuicio neto para la sociedad.
El salario básico universal y la abolición de la propiedad privada son formas de ecólisis.
Desde cierto punto crítico de la disputa de redes, a la organización con más potencial de producción autárquico le convendrá desconectarse del resto del mercado.
Con el avance de la disputa de redes, el sistema financiero perderá su carácter monetario y dará lugar a liderazgos productivos, como los de las empresas convencionales.
[ Diagrama del resumen ]
Ejercicios
1 - En este capítulo observamos que las curvas de productividad per cápita que usamos hasta ahora no distinguen entre tipos de trabajadores, y mencionamos que sería más adecuado modelar la productividad per cápita con un gráfico de más dimensiones. ¿Qué impacto tendría esta extensión sobre nuestra comprensión de la economía? ¿Te ayuda a explicar por qué hay personas que quedan excluidas del sistema?
2 - En este capítulo analizamos algunos fenómenos de la economía de plataformas desde la disputa de redes. ¿Se te ocurren otras dinámicas de la economía actual que puedan entenderse mejor desde la disputa de redes?
3 - En el capítulo 1 formulamos un modelo sencillo de cómo emerge la ganancia de los líderes. ¿Podés extender ese modelo para entender el reparto de valor entre líderes mayores y líderes menores?
4 - ¿Podés construir un modelo del liderazgo en algún sector de la economía actual que sea capaz de predecir la evolución de los salarios y la ganancia empresarial a partir de cambios en la tecnología?
5 - Cuando analizamos la disputa de redes en la economía de plataformas, usamos el supuesto implícito de que las personas eligen una plataforma para acceder a cada servicio. En la práctica, las personas pueden usar más de una red social, plataforma de mensajería instantánea o plataforma de reparto al mismo tiempo, entre otras. Sin embargo, como las personas tienen atención limitada, hay un número finito de plataformas que pueden usar en total al mismo tiempo. Extendé los modelos presentados hasta acá para considerar este fenómeno. ¿Llegás a las mismas conclusiones?
Notas y referencias
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Esto también se relaciona con que el mero uso de sus plataformas contribuye a mejorar la calidad de estos sistemas a través del proceso conocido como aprendizaje por refuerzos. Usar una plataforma de IA también permite entrenarla. ↩
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https://es.wikipedia.org/wiki/No_tendr%C3%A1s_nada_y_ser%C3%A1s_feliz ↩