2 - La disputa de redes
En el capítulo anterior, presentamos el liderazgo.
Los individuos se agrupan bajo liderazgos porque esto alinea los incentivos para la colaboración. Los liderazgos son estables, lo que significa que los seguidores generalmente no intentarán sublevarse en tanto haya un problema de alineación de incentivos siempre que los líderes respeten el margen de obediencia.
Observamos que el liderazgo es la estructura subyacente a las jerarquías de poder económico. Ahora aprovecharemos este modelo unificado para entender cómo evolucionan e interactúan las jerarquías a medida que se desarrolla la tecnología.
En las distintas etapas de la historia, coexistieron liderazgos de características diferentes. En la alta edad media la producción feudal coexistió con la manufactura y el comercio. En el siglo XVIII el modelo esclavista coexistió con la producción industrial. Y luego de la segunda guerra mundial el liderazgo financiero norteamericano coexistió con el liderazgo colonial europeo.
Comprender a las jerarquías desde un único modelo nos permite describir cómo interactuaron y compitieron las diversas formas de liderazgo utilizando un lenguaje unificado. Nos interesa especialmente comprender qué sucede en los grandes saltos de la historia económica.
Las guerras de independencia y la Revolución Francesa fueron exitosas, pero sublevarse es una externalidad positiva.
Algunos subordinados fueron esclavos y otros eran libres de moverse entre organizaciones. Algunos países fueron proteccionistas y otros fueron liberales. Eventualmente se abolió la esclavitud, se liberaron los lazos de servidumbre feudal y hubo olas decoloniales.
Comprender cómo evolucionan las jerarquías en general permite comprender mejor los grandes cambios. Cuando se usa un modelo distinto para intentar comprender cada etapa dificulta la comprensión de lo que sucede en estos cambios. Desde el enfoque unificado, en cambio, podremos considerar patrones y continuidades que de otro modo no son evidentes.
Para ello, consideraremos seis conceptos.
El primero es el desarrollo tecnológico. A medida que las organizaciones pueden dividir tareas eficientemente para aumentar la productividad de grupos más grandes, las organizaciones pueden crecer. Para que una organización crezca, debe quitarle gente a otra organización.
El segundo concepto es la disputa de redes. La disputa de redes es la competencia entre líderes por seguidores a medida que se desarrolla la tecnología. Las organizaciones que crecen se vuelven más productivas y sus líderes pueden obtener más ganancias. Las organizaciones que decrecen pierden productividad y eventualmente se disuelven. Esto presiona a los líderes a competir vorazmente por seguidores frente al desarrollo tecnológico.
El tercer concepto son las cápsides. Cuando los seguidores de organizaciones menos productivas desearían mudarse a organizaciones más productivas, estas organizaciones podrían disolverse. Para evitar perder a su gente, los líderes de organizaciones menos productivas restringen la libertad de movimiento de sus seguidores. Llamamos “cápsides” a estas restricciones de la libertad, un nombre usado para referirse a las paredes protectoras de los virus, que tiene la misma raíz etimológica que “capturar” y “cautivo”.
El cuarto concepto son las ecólisis. Cuando las organizaciones más grandes y productivas buscan crecer pero no pueden hacerlo por las cápsides de las organizaciones pequeñas liberan a los seguidores cautivos de las organizaciones pequeñas para poder incorporarlos. Llamamos “ecólisis” a la destrucción de las cápsides por parte de organizaciones que buscan crecer.
El quinto concepto es el despotismo. Cuando el desarrollo tecnológico lleva a que queden una o pocas organizaciones, el margen de obediencia y el margen de ganancia de la última organización en pie se vuelven máximos.
El sexto y último concepto es el colapso. Cuando el valor que ofrece una organización es muy bajo y su margen de obediencia también, a los individuos ya no les conviene aportar a la misma. Cuando a los seguidores de una organización les conviene más mudarse, fundar una organización nueva o rebelarse, la organización colapsa.
El desarrollo tecnológico
Supongamos que todos los individuos producen panes con la siguiente tecnología:
La tecnología disponible permite alcanzar una productividad de 300 panes por persona en organizaciones de 500 personas. En grupos mayores, la productividad per cápita comienza a descender.
En ese escenario, las organizaciones tenderán a tener 500 miembros, porque ese tamaño maximiza su productividad.
Cuando el sistema se estabilice, cada líder podrá capturar parte del valor generado por 500 personas. El tamaño de las organizaciones puede variar un poco si la estabilización es muy rápida, pero no se alejará de los 500 miembros.
Ahora imaginemos que aparece una tecnología mejor, que permite coordinar tareas eficientemente para grupos mayores:
El tamaño de las organizaciones era estable, pero la nueva tecnología rompe la estabilidad del sistema.
Ahora las organizaciones pueden agrandarse y mejorar su productividad.
Ahora los líderes quieren pagar salarios más altos, para obtener más seguidores, y mejorar su ganancia aún más. Los empleados desean integrarse a las organizaciones de mayor tamaño porque son más productivas, y por lo tanto capaces de ofrecer salarios mejores1.
El efecto es multiplicativo: cuando las organizaciones consiguen nuevos seguidores se vuelven más productivas, pueden mejorar sus salarios, y son más atractivas para potenciales nuevos seguidores. Asimismo, las organizaciones que pierden a sus empleados se vuelven progresivamente menos productivas, pueden pagar menos a sus miembros, que ahora tendrán incluso más incentivos de irse.
En el ejemplo que planteamos, cuando existía la tecnología 1 las organizaciones tenían 500 personas.
Cuando aparece la tecnología 2, el sistema tenderá a tener organizaciones de 1000 personas.
Como la productividad máxima con la nueva tecnología se da para organizaciones de 1000 personas, el nuevo sistema se organizará en grupos mayores. Esto implica que la mitad de los líderes habrá duplicado sus seguidores, y la otra mitad habrá perdido su gente y dejado de liderar.
La ganancia de los líderes victoriosos será mayor que antes y crecerá la desigualdad.
El desarrollo tecnológico permite aumentar el tamaño de las organizaciones. Como la economía se organiza bajo estructuras lideradas, el desarrollo tecnológico genera la concentración de poder.
El tamaño exacto de las organizaciones no necesariamente coincide con el punto óptimo de productividad per cápita. Puede variar según las decisiones que toman los líderes para maximizar su ganancia y los empleados para maximizar su salario. Sin embargo, para los líderes es conveniente construir organizaciones de tamaño igual o mayor que el óptimo productivo para la tecnología disponible, y nunca se aleja demasiado de ese punto.
La disputa de redes
Cuando a las organizaciones les conviene crecer, compiten por sus miembros.
Algunas lograrán crecer, y podrán ofrecer beneficios mayores a sus integrantes, lo que les permitirá crecer aún más.
Otras se achicarán porque perderán a su gente frente a las organizaciones que se agranden. Esto reducirá su productividad, por lo que ofrecerán menos beneficios a sus miembros, y consecuentemente tenderán a achicarse más.
Las diferencias de tamaño se retroalimentan, de manera que las pequeñas ventajas se convierten en grandes ventajas y las pequeñas desventajas se convierten en grandes desventajas. Es una dinámica que se retroalimenta.
El resultado es una dinámica a la que llamamos “disputa de redes”. Si los seguidores son libres de moverse entre organizaciones según les convenga, la dinámica para los líderes es de crecer o perecer.
Las organizaciones que no crecen serán menos productivas, podrán pagar peores salarios, y sus miembros elegirán ir a las organizaciones que crecieron.
En estos contextos, cuando los líderes buscan crecer, no es por ambición ciega. En la disputa de redes, crecer es necesario para preservarse. Por eso la disputa de redes es tan agresiva en todos sus contextos.
En la disputa de redes la guerra cobra mayor sentido económico. Incluso si la guerra es un método costoso de conseguir seguidores recursos, el beneficio de la guerra no está solo en los recursos. El beneficio está en conseguir recursos que de otro modo conseguirían otros, retroalimentarían sus ventajas, y eventualmente usarían contra uno.
En la disputa de redes, es frecuente que una organización invierta recursos simplemente en perjudicar a otra. También es frecuente que las organizaciones dediquen una proporción extraordinaria de sus recursos en crecer, incluso si en el corto plazo esto reduce la ganancia de sus líderes. Esto es porque crecer, y evitar que otros crezcan, es el único modo de que una organización no se disuelva frente al desarrollo tecnológico.
La presión por crecer empuja a los líderes a maximizar sus ganancias a fin de disponibilizar recursos para la disputa de redes. Maximizar las ganancias genera una tendencia a minimizar los salarios siempre que sea posible. Además, la presión por crecer o perecer es más fuerte que el deseo de cuidar el medio ambiente, que además es una externalidad positiva.
La disputa de redes lleva a los empresarios a querer acrecentar sus ganancias constantemente, llevó a los países europeos a batallar por África, lleva a las plataformas digitales a invertir millones de dólares en crecer más que sus competidores incluso antes de ser redituables, y llevó a los reinos pequeños de Europa a batallar por subordinar a sus pares y unificar naciones.
Cuando la tecnología se desarrolla, las organizaciones deben crecer o perecer. Esto lleva a la concentración de poder y a la disputa agresiva por expandirse.
Las cápsides
Cuando los seguidores pueden moverse libremente entre organizaciones estas deben crecer o perecer.
Sin embargo, pueden sobrevivir sin crecer si impiden por la fuerza que sus seguidores se muden a organizaciones más productivas.
En el capítulo anterior, vimos que el liderazgo puede usarse para ejercer la tiranía. El líder puede obligar a sus seguidores a castigar a cualquiera que lo desobedezca, por lo que a nadie le convendrá desobedecer al líder.
La capacidad de restringir la libertad funciona como membrana protectora, porque protege a las organizaciones menos productivas de que las organizaciones más productivas les quiten sus seguidores ofreciéndoles mayores beneficios.
Llamamos “cápsides” a estas membranas protectoras. Así se llaman las membranas protectoras de los virus. La raíz etimológica de “cápside” (capsa en latín) es la misma que la de “capturar” o “cautivo”.
Con cápsides, aunque la organización más productiva ofrece beneficios mayores a quienes quieran integrarse, ningún seguidor de una organización pequeña puede mudarse sin ser penalizado. Entonces, la red pequeña sobrevive porque restringe la libertad de movimiento de sus seguidores.
Destinar los esfuerzos de la organización a penalizar a quienes se fuguen no suele ser conveniente. Cuando una organización es productiva, es mejor invertir el esfuerzo en mejorar la productividad, para ser competitivo en la disputa de redes. En la próxima sección veremos que invertir en productividad es lo único que permite crecer y sobrevivir en el largo plazo. Además, es lo que en última instancia permite mejorar la ganancia del líder.
Sin embargo, cuando la asimetría en la productividad entre distintas organizaciones es muy grande, las organizaciones menos productivas deben restringir la libertad para sobrevivir.
Las cápsides aparecen siempre que una organización tiene una productividad lo suficientemente baja como para no poder competir contra los salarios que ofrecerían las organizaciones más productivas que buscan crecer.
Esto es porque, si no hubiera una cápside, la organización más grande seguiría creciendo y quitándole gente a la organización pequeña hasta que esta implemente una cápside o la organización pequeña desaparezca por completo. También podría suceder una tercera situación en la que, por la concavidad de la curva de tecnología, la organización más grande llegue al punto en que no le es rentable contratar más gente por un salario mayor al que puede ofrecer la organización pequeña.
En cualquiera de los tres casos, sería inestable tener una organización pequeña incapaz de competir en salarios con los que pagaría una organización grande sin que la organización pequeña tenga una cápside. En la disputa de redes, las cápsides son la respuesta natural a los diferenciales de productividad suficientemente grandes.
Por ejemplo, hacia fines del siglo XVIII, una vez que el imperio británico había desarrollado la industria textil, el imperio español era menos productivo. Los británicos vendían productos más baratos y de mejor calidad. Si los habitantes de los virreinatos hubieran podido comerciar libremente con cualquiera, la red comercial británica se hubiese expandido, y la española se habría achicado. Entonces, las reformas borbónicas implementaron medidas proteccionistas, que son cápsides aplicadas a redes comerciales. Las políticas proteccionistas son restricciones de la libertad que permiten preservar la integridad de las redes comerciales menos convenientes.
Cuando había fábricas en el norte de los Estados Unidos, las plantaciones de algodón del sur eran menos productivas. Si los trabajadores de las plantaciones hubieran podido elegir dónde trabajar, se habrían ido al norte a buscar mejores salarios, y los dueños de las plantaciones habrían perdido a su gente. La esclavitud permitía a los líderes de las plantaciones del sur preservar sus organizaciones pese a la asimetría productiva para con las fábricas del norte.
Cuando Cuba o Libia sufrieron bloqueos económicos, su productividad bajó. Como lo mencionamos en el capítulo anterior, esto sucede cuando los líderes de un país desobedecen a los líderes del comercio internacional. Si los habitantes de Cuba o Libia pudieran moverse libremente, o elegir nuevos líderes más afines a las potencias internacionales a fin de que estas levantaran el bloqueo, esos Estados socialistas habrían colapsado. El autoritarismo les permitió preservar sus organizaciones pese a la asimetría productiva para con los países integrados al comercio internacional.
Cuando en la Europa medieval aparecieron los burgos, las ciudades nuclearon comerciantes y artesanos y lograron una productividad mayor a la de los feudos. Si los siervos feudales hubieran podido moverse libremente, los señores feudales habrían perdido sus feudos. Afianzar los lazos de servidumbre les permitió conservar sus organizaciones pese a la asimetría productiva para con los burgos.
El proteccionismo, la esclavitud, el autoritarismo, la servidumbre, y las restricciones de la libertad en general son cápsides formadas por las organizaciones débiles para protegerse en la disputa de redes.
Las cápsides aparecen sistemáticamente en las organizaciones menos productivas. El motivo es simplemente selectivo: las organizaciones menos productivas que no tienen cápsides pierden a su gente y mueren.
Cuanto mayor es la diferencia productiva entre las organizaciones, más fuertes deben ser las cápsides para preservar a su gente. Si irme de una organización me generaría un gran beneficio, la pena por intentarlo debe ser grande para compensarlo.
Eso explica, por ejemplo, por qué la esclavitud se volvió más sanguinaria en los Estados Unidos del siglo XIX, en el apogeo de la segunda revolución industrial y próxima a su abolición al final de la Guerra Civil estadounidense
Cuando hay asimetría productiva entre organizaciones, las organizaciones débiles restringen la libertad de sus miembros para sobrevivir. Llamamos “cápsides” a estas restricciones.
Estas restricciones también funcionan mediante el liderazgo. El nivel de coerción es proporcional a la asimetría productiva.
Las ecólisis
En algún momento, los siervos y los esclavos se emanciparon, las barreras proteccionistas cayeron, y en general, los miembros cautivos de las redes pequeñas adquirieron su libertad.
La interpretación marxista es que esto es el resultado de la lucha de clases: los dominados se sublevan para obtener su libertad. Esta interpretación considera lo que es conveniente para el grupo pero no considera en detenimiento cómo la actividad grupal depende de los incentivos individuales.
En el primer capítulo, observamos que la colaboración a gran escala tiene un problema de alineación de incentivos. Las sublevaciones son formas de colaboración a gran escala. Aunque al grupo le convenga rebelarse, a ningún súbdito le conviene ser el primero en hacerlo.
Esta falta de alineación es precisamente lo que permitía que el liderazgo se sostuviera en un principio. Los subordinados suelen participar de las sublevaciones, pero no les es conveniente comenzarlas.
Los procesos de liberación son parte de la disputa de redes. Las cápsides protegen a las redes pequeñas de las redes grandes. Eventualmente, las redes grandes deben destruir las cápsides para seguir creciendo, presionadas por la disputa de redes.
En los Estados Unidos, la esclavitud terminó cuando el norte invadió al sur para liberar a los esclavos. Los lazos de servidumbre desaparecieron cuando los burgueses pusieron fin al Antiguo Régimen. El proteccionismo español que desapareció cuando los virreinatos se independizaron tuvo a Gran Bretaña como principal proveedor de material de guerra, soldados y oficiales para las independencias latinoamericanas. La primavera árabe que terminó con el autoritarismo de Gadafi en Libia tuvo el impulso y apoyo militar de los Estados Unidos.
Llamamos “ecólisis” al proceso en que los líderes de las organizaciones más productivas destruyen las cápsides de las organizaciones pequeñas para obtener a sus seguidores.
El nombre proviene de la biología. Se llama “lisis” a la ruptura de las membranas celulares. “Eco” viene del griego antiguo oikos, término que designaba a las organizaciones productivas formadas alrededor de una familia, y que da su raíz etimológica al término “economía”.
Las ecólisis suelen ser momentos críticos de la historia. Son infrecuentes, y cuando suceden, producen grandes saltos en la concentración de poder y la productividad de las organizaciones más grandes.
Son infrecuentes porque a las grandes organizaciones no siempre les conviene liberar a los cautivos de organizaciones pequeñas.
Por un lado, si la ganancia que implicaría agrandarse es menor que el costo de liberar a los cautivos de otras redes, no conviene la ecólisis. La tecnología debe avanzar lo suficiente para poder integrar muchos miembros mejorando mucho la ganancia para que sea conveniente efectuar una ecólisis.
Por otro lado, cuando hay muchas redes grandes, las ecólisis también pueden tener un problema de alineación de incentivos. Liberar cautivos de redes pequeñas puede ser una externalidad positiva. En otras palabras, las organizaciones grandes podrían esperar a que otras liberen a los cautivos ajenos, y recibir a sus miembros sin pagar el costo.
Esto implica que las ecólisis se dan en puntos críticos. Las cápsides perduran mientras la asimetría productiva no es tan grande, y mientras se reduce la cantidad de redes grandes y emerge algún mecanismo para facilitar su cooperación.
Tras las ecólisis, se disparan los procesos de concentración de poder y mejoras productivas que estaban siendo retenidos por las cápsides, y parece que la historia cambia de capítulo.
La ecólisis es la forma general de las revoluciones. En ellas, los líderes de organizaciones grandes liberan a los cautivos de organizaciones pequeñas.
En general, los líderes de las organizaciones poderosas son liberales porque reprueban las cápsides, especialmente cuando estas son un obstáculo para seguir creciendo. Asimismo, los líderes de organizaciones débiles son autonomistas y rechazan la imposición de ideas liberales para defender sus cápsides.
Hemos mencionado que las sublevaciones tienen el problema de la alineación de incentivos, y que la mayoría de los procesos que llamamos revoluciones tienen la forma de ecólisis. Sin embargo, hay excepciones.
Cuando el margen de obediencia en una organización es pequeño porque esta es poco productiva, y cuando el proceso de sublevación es liderado, las sublevaciones pueden suceder. El margen de obediencia pequeño quita robustez al liderazgo. El liderazgo de la sublevación alinea los incentivos de los sublevados, incluido el líder.
Todas las revoluciones marxistas fueron campesinas y lideradas. Los países principalmente campesinos eran poco productivos y tenían bajos márgenes de obediencia. El liderazgo de las sublevaciones alineó los incentivos de los soldados y dio incentivos suficientes a los líderes revolucionarios de fomentar la sublevación.
A diferencia de la revolución francesa o las guerras de independencia, estas sublevaciones no escalaron ni lograron tener alcance internacional.
Por el contrario, todas ellas dieron lugar a nuevos liderazgos que debieron sostenerse mediante cápsides, debido a la diferencia productiva entre las nuevas organizaciones —que heredaban poca tecnología y productividad y muchas veces eran bloqueadas económicamente— y las organizaciones preexistentes —que estaban industrializadas y adheridas al comercio internacional. Eventualmente, casi todas estas cápsides sufrieron ecólisis: el caso más simbólico fue la caída del muro de Berlín.
Las revoluciones exitosas se dieron por ecólisis. Fueron redes que funcionaron, escalaron, y se volvieron más convenientes y poderosas antes, y no después, de desarticular a las organizaciones preexistentes. Por ejemplo, el sistema de mercado moderno nació en los burgos en el siglo XII y adquirió poder mediante el comercio y la manufactura. Las revoluciones burguesas sucedieron después de que los burgueses fueran más poderosos y productivos que los nobles, no antes.
Para hacer la revolución debemos diseñar e implementar una red nueva, que resuelva el problema de la coordinación y alineación de incentivos de un modo que limite la concentración de poder. La revolución es lograr que esa red escale hasta ser mayoritaria.
Toda revolución triunfante fue una red que creció y escaló.
La forma general de la historia económica
La Historia es la historia de la disputa de redes.
Cuando la tecnología mejora, las organizaciones se agrandan y el poder se concentra.
Con la asimetría productiva, las redes pequeñas implementan cápsides. Eventualmente, las redes grandes llevan a cabo ecólisis y parece que la historia cambia de capítulo.
Pero la historia económica es una. Las organizaciones que hacen las ecólisis existen antes y después. Los sistemas económicos cambian cuando ciertas organizaciones crecen y otras desaparecen, pero las revoluciones no son un borrón y cuenta nueva. Son eventos inherentes a la disputa de redes que siguen un patrón continuo y transversal a las etapas históricas.
El pensamiento cosificante asoció el poder a la propiedad, y consideró que las fuentes de poder cambiaban en cada etapa de la historia. Cuando el liderazgo más difundido era feudal, se consideraba que el poder era la tierra. Cuando el liderazgo más pujante era comercial, se consideraba que el poder era el oro. Cuando el liderazgo más dinámico era industrial, se consideraba que el poder era el capital. Hoy, las plataformas digitales priorizan conectar y liderar usuarios, incluso yendo a pérdida en términos de capital financiero.
La etapa actual puso en evidencia al poder real y subyacente, que es y siempre ha sido el liderazgo de redes.
La historia es la historia de la disputa de redes, y el liderazgo es la forma general y subyacente del poder.
La tendencia al despotismo
La desigualdad creció durante toda la historia, sobre todo desde la modernidad y las revoluciones industriales.
Sin embargo, la media salarial también creció durante siglos. Aunque los líderes son cada vez menos y cada vez más ricos, el nivel de vida de sus seguidores mejoró sostenidamente.
Hace algunas décadas, la media salarial parece haber llegado a una meseta. La productividad crece, pero también crece el empleo informal, y las mejoras productivas no se traducen en mejoras del nivel de vida para los asalariados.
Esto es un efecto natural de la disputa de redes.
Supongamos que hay 100 personas en el mundo, y una tecnología que permite producir 25 panes por persona en grupos de 25 personas.
La tecnología promueve producir en cuatro organizaciones de 25 personas, cada una produciendo 25 panes por persona.
Ahora supongamos que la tecnología mejora rápidamente hasta permitir producir 50 panes por persona en organizaciones de 50 personas.
Si la mejora tecnológica es rápida, todas las redes querrán pagar salarios altos para crecer, porque la dinámica en la disputa de redes es de crecer o perecer.
Supongamos que pagan salarios máximos para asegurarse crecer, y para simplificar el análisis, supongamos que no hay cápsides ni ecólisis en el sistema. En ese caso, los salarios mejorarán conforme crezcan las redes hasta que la economía se organice bajo dos redes de 50 personas que paguen 50 panes por persona.
Supongamos que la mejora tecnológica sigue creciendo rápidamente hasta permitir producir 60 panes por persona en grupos de 60 personas.
Tener dos empresas de 50 personas se vuelve inestable, porque cualquier persona que se mude generará una diferencia productiva que se va a retroalimentar.
Una de las dos redes crecerá y la otra se achicará, porque a los seguidores de la organización que quede atrás les convendrá mudarse a la organización más grande.
Mientras la red mayor se agranda, la red menor se achica. Cuanto más pequeña es la red menor, se reduce el salario máximo que puede pagar.
La organización que queda con 60 personas es muy productiva, pero ahora compite con una organización que tiene solo 40 personas. La organización más chica no puede pagar salarios más altos que la productividad de 40 personas. Supongamos que esta productividad es de 40 panes por persona. En esa situación, la organización más grande podrá pagar salarios de 40 panes, porque la única alternativa puede pagar como máximo 40 panes.
Si después una mejora tecnológica permite producir 70 panes por persona en grupos de 70 personas, la organización pequeña decrecerá aún más. Su productividad disminuirá a, digamos, 30 panes por persona. Entonces, la organización más grande también podrá pagar salarios menores a 30 panes.
Cuando la tecnología sigue mejorando y permite agrandar más los grupos de colaboración, la red menor será cada vez más chica, producirá menos, bajará sus salarios, y como consecuencia los salarios de todo el sistema serán menores.
La disputa de redes implica que hay un punto de inflexión en el salario a partir de cierto grado de desarrollo tecnológico. En un principio, las mejoras productivas rápidas suelen generar un crecimiento salarial, pero a medida que el sistema se monopoliza, se llega a un punto de inflexión en que el salario medio empieza a descender.
El extremo de esta dinámica es el despotismo. Si la tecnología permite unir a las 100 personas en un mismo proceso productivo, una organización se quedará con todas las personas.
La última organización en pie podrá pagar salarios equivalentes a la producción de una persona aislada.
Cuando eso sucede, la conformidad se vuelve absoluta.
Esto ya sucedió en la historia.
En el antiguo Egipto, los emperadores lideraban toda la producción. Era una jerarquía que ocupaba todo el delta del Nilo. La única alternativa a producir bajo su liderazgo era producir en soledad, en un entorno rodeado de desierto.
Muchos ciudadanos libres participaron de la construcción de las pirámides. Sin ser formalmente esclavos, la conformidad máxima dada por el despotismo los empujó a aceptar condiciones laborales muy pobres.
Una vez que la tendencia a la centralización de poder empezó, dar poder a la organización mayor es una externalidad negativa. Esto es porque influye en la caída salarial a escala global, pero en el corto plazo puede generar mayores beneficios individuales. Entonces, los incentivos individuales llevan a que las personas participen de la organización despótica, incluso si a la larga y a nivel social no es conveniente para ellos.
En el capítulo 3, analizaremos una dinámica similar en las plataformas digitales, que tienen la capacidad de empeorar los servicios que proveen cuando logran monopolizar un sector y así maximizar la conformidad de sus usuarios.
Se ha buscado evitar la unicidad de los liderazgos para prevenir el despotismo varias veces en la historia. En la política internacional, muchos países periféricos apoyan la multipolaridad para evitar la maximización de los márgenes de ganancia y obediencia que causaría la unipolaridad. A nivel nacional, la división de poderes de las repúblicas modernas intenta evitar la conformidad máxima en torno al liderazgo estatal.
Sin embargo, estas soluciones también tienen un problema de alineación de incentivos. Cuando la tecnología se desarrolla después del punto de inflexión, subordinarse al líder de la organización más productiva es una externalidad negativa. Es algo malo para la sociedad, porque genera una tendencia al despotismo, pero bueno para el individuo, que podrá acceder a un nivel de vida levemente mejor en la organización más productiva.
El poder estatal para enfrentar a empresas cada vez más poderosas sufre el mismo problema. Los Estados pueden imponer reglas como salarios mínimos o leyes de protección al consumidor. Sin embargo, los Estados son organizaciones lideradas en contextos de disputa de redes. El desarrollo de la disputa de redes quebró la fuerza de los Estados varias veces en la historia. En la actualidad varios Estados (o conjuntos de Estados) quieren imponer restricciones a las empresas tecnológicas y se enfrentan a un enorme desafío.
En el capítulo 3, analizaremos la disputa de redes en el contexto actual, para identificar las cápsides actuales, las ecólisis futuras, y las grandes transformaciones al sistema económico que sucederán si las tendencias actuales continúan.
Avalanchas y colapsos
Imaginate que sos gobernador provincial en un imperio.
Como los demás gobernadores, sos un líder menor de alto rango que responde directamente al emperador. Abajo tuyo, tenés una jerarquía que responde a vos, y como vos obedecés al emperador, tus seguidores responden indirectamente a él.
De pronto, el emperador empieza a acumular demasiado poder. Si la tendencia continúa, la dinámica se acercará al despotismo. Eso implicaría que el emperador adquiera más poder sobre vos, y eventualmente la posibilidad de que tu nivel de vida empiece a descender.
Tenés la opción de seguir obedeciendo, contribuir al poder del imperio y perder cada vez más poder, o tenés la opción de rebelarte, desprenderte del imperio, y arremeter en la disputa de redes para intentar ser el nuevo emperador.
Como sos un líder menor, es posible rebelarte. Los incentivos de toda la jerarquía que te sigue están alineados para seguirte a vos. Si te quedás, vas a perder tu poder, así que te rebelás.
Cuando el poder se empieza a centralizar, para los líderes menores puede ser conveniente desprenderse. Si en un momento desprenderse le conviene a todo el mundo, el imperio colapsa.
En cualquier organización o sistema, las personas deciden entre dos opciones. Una de ellas es quedarse generando valor, y la otra es desprenderse, reduciendo el valor que genera la organización.
Cuando a mucha gente le conviene desprenderse, el tamaño de las organizaciones se reduce. La jerarquía sufre una avalancha y la organización produce menos valor.
Desprenderse es conveniente cuando el costo de hacerlo es menor que el de no hacerlo. Esto puede suceder por varios motivos.
Cuando crece la expectativa de triunfo al desprenderse, más personas tienden a hacerlo y las organizaciones sufren avalanchas.
Esto sucede, por ejemplo, cuando la tecnología promueve contracciones productivas.
Hasta ahora, habíamos considerado que el desarrollo tecnológico permitía mejorar la productividad añadiendo más personas a los procesos productivos, por dar la capacidad de dividir tareas de manera eficiente hasta grupos más grandes de personas.
En general, la tecnología suele permitir que grupos más pequeños de personas sean más productivos. Sin embargo, suele permitir que, al mismo tiempo, grupos más grandes de personas aprovechen el nuevo conocimiento para dividir tareas eficientemente en grupos más grandes de personas.
Sin embargo, a veces hay desarrollos tecnológicos disruptivos que promueven la producción en grupos más pequeños de personas que los que existían antes. Puede suceder que una nueva tecnología aumente la productividad, pero que su curva de productividad per cápita no escale tan bien como las preexistentes. En estos casos, la nueva tecnología no induce a dividir tareas eficientemente en grupos tan grandes como los que existían antes.
Por ejemplo, el toyotismo automatizó varias etapas de la producción fabril y mejoró la productividad para fábricas con menos trabajadores. En la década del setenta, cuando el toyotismo se difundió, el modelo fordista, asociado a los salarios altos y a los Estados de Bienestar sufrió una avalancha.2 En el capítulo 3, analizaremos cómo se alinean los incentivos para fundar nuevas organizaciones.
El sistema puede equilibrarse de manera que aportar y desprenderse sean igualmente convenientes. Podría suceder que cuantas más personas buscan fundar una nueva empresa en lugar de trabajar en las organizaciones preexistentes, habría más competencia para fundar la nueva empresa y al mismo tiempo las organizaciones preexistentes buscarían ofrecer mejores salarios, entonces surgiría un equilibrio.
Sin embargo, el equilibrio no siempre se da. Cuando el margen de obediencia se reduce rápido o la conveniencia de desprenderse crece rápidamente, el sistema sufre una avalancha. Si la avalancha es lo suficientemente grande, los salarios que pueda pagar la organización se reducirán, aumentando la conveniencia de desprenderse. Eso genera un ciclo de retroalimentación que deviene en el colapso.
La tendencia al despotismo y la reducción salarial que genera pueden producir colapsos.
En la actualidad, los jóvenes enfrentan una pregunta similar.
Pueden buscar un trabajo asalariado que produzca valor para la sociedad y ganar cada vez menos, en un contexto en que la media salarial disminuye y crecen el trabajo informal y la flexibilización laboral, o pueden buscar atajos para ganar dinero fácil y apostar a volverse millonarios.
Jugar a las apuestas o dedicarse a la especulación financiera no produce valor para la sociedad, de la misma manera que el desprendimiento de los gobernadores debilitaba al imperio. Sin embargo, ante la caída salarial producto de la tendencia al despotismo, dejar todo por una oportunidad de transformarse en líder y salvarse tiene sentido.
Los colapsos se vuelven más infrecuentes cuando la tecnología está lo suficientemente desarrollada.
Recordemos que tanto sublevarse como fundar una nueva organización son externalidades positivas. Los desprendimientos de líderes menores rebeldes dependen de la fuerza de su liderazgo, y la capacidad de fundar una nueva organización depende de la expectativa de triunfar.
Analizaremos el problema de fundar nuevas organizaciones en el capítulo 3, ahora veremos por qué los liderazgos menores se debilitan cuando la tecnología mejora.
Habíamos dicho que los líderes menores aparecen porque nadie es capaz de supervisar a miles de seguidores al mismo tiempo. Las personas tenemos límites cognitivos y atencionales. Por ello, los líderes delegan parte de la supervisión de su equipo en líderes menores.
Cuando la tecnología para relevar y procesar información mejora, permite supervisar más personas directamente y socava los liderazgos menores. Por ejemplo, la mayoría de las grandes empresas podaron sus estructuras de liderazgos menores en los últimos años.
Cuando un líder supervisa más personas, cada líder menor controla una porción más pequeña de la organización. Esto implica que al desprenderse perderá más gente con la que colaboraba, y que podrá ser reprendido por fuerzas más grandes. Cuando mejora la tecnología, es menos probable que los líderes menores se desprendan.
La difusión tecnológica
La disputa de redes afecta a la difusión de nuevas tecnologías entre organizaciones. En una dinámica similar a la de los salarios, compartir nuevas tecnologías entre organizaciones se vuelve desventajoso a partir de cierto punto en la disputa de redes.
Hace cien o doscientos años, las tecnologías se difundían rápidamente.
El sistema de patentes incentivaba la innovación. Los nuevos inventos se licenciaban, y las organizaciones que adoptaban las nuevas tecnologías pagaban una pequeña comisión.
Desde hace algunas décadas, sucede todo lo contrario. Las empresas patentan tecnologías para evitar que otras las usen, y cuando pueden, mantienen sus innovaciones bajo secreto industrial.
Esto es un efecto natural de la disputa de redes.
Supongamos que hay solo 1000 personas en el mundo, organizadas en empresas de 10 personas que producen 10 panes por persona.
De pronto, una organización descubre cómo producir 12 panes por persona en grupos de 12 personas.
Puede elegir entre compartir su descubrimiento y cobrar regalías por su uso o impedir que el resto la use.
Si solo esa organización usa la nueva tecnología, mejorará su productividad en 2 panes. Si la comparte, el resto de las organizaciones tendrán una mejora de productividad conjunta de aproximadamente 160 panes.
Suponiendo que cobra un 5% de regalías del valor generado por la mejora, ganaría 8 panes por compartirla y solo 2 panes si no la comparte.
Ahora supongamos que hay solo tres empresas en el mundo produciendo 300 panes por persona. Si una de ellas descubre cómo mejorar la productividad en un 20%, usarla mejorará su productividad en 60 panes.
Si la comparte, la mejora en la productividad conjunta de las otras organizaciones será como máximo de 120 panes, porque las empresas restantes en el nuevo escenario significan una porción menor de la productividad total del sistema. Antes, las otras empresas significaban el 90% de la productividad mundial, ahora solo significan el 60%.
El beneficio de usar la tecnología en el nuevo escenario es de 60 panes, y el de cobrar regalías del 5% sobre el aumento productivo del resto es tan solo de 6 panes. Cuando crecen las organizaciones, el beneficio de compartir la tecnología se vuelve insignificante.
Además, compartir la tecnología tiene un costo intrínseco dado por la disputa de redes. A medida que quedan pocas organizaciones grandes, el costo de permitir que el resto se agrande es incluso mayor, porque elimina una ventaja importante para llegar a ser la última empresa en pie.
A medida que las organizaciones son más grandes, se reduce el beneficio de cobrar regalías al compartir una tecnología, y aumenta el costo de que las otras empresas crezcan.
Por esto, dado un grado de desarrollo de la disputa de redes, aparece el ensilamiento científico tecnológico, y las empresas ponen trabas al desarrollo tecnológico y científico conjunto.
En la sección anterior, mencionamos que la probabilidad de desprenderse de una gran organización aumenta cuando aparecen tecnologías disruptivas que mejoran la productividad per cápita pero no escalan bien. Cuando quedan pocas organizaciones en el sistema, deja de ser conveniente difundir tecnologías disruptivas que pudieran causar avalanchas.
La tendencia al ensilamiento tecnológico puede tener excepciones. Cuando compartir una tecnología reduce la ventaja de los competidores en la disputa de redes, puede ser conveniente hacerlo. Esto sucede especialmente cuando se tiene una tecnología complementaria a la que un competidor utiliza para concentrar poder.
Por ejemplo, en 2023 y 2024, la empresa OpenAI tenía la delantera en la disputa de redes por usuarios de asistentes de inteligencia artificial con ChatGPT. Tener más usuarios le permitió atraer talento e inversiones, pero sobre todo le permitió acumular datos de uso de su inteligencia artificial, que permitieron mejorar el producto mediante aprendizaje por refuerzo y adaptación a casos de uso específicos.
Para evitar la retroalimentación de desventajas que implica quedar atrás en la disputa de redes, Meta liberó el código de Llama, un modelo de lenguaje alternativo a ChatGPT. Liberar el código de Llama no generó beneficios directos a Meta, pero ofreció una alternativa gratuita y libre de usar a los usuarios de ChatGPT. En la disputa de redes, pagar un costo para dañar a un competidor tiene sentido económico.
Resumen del capítulo
La historia es la historia de la disputa de redes.
Cuando mejora la tecnología, las organizaciones crecen. Esto lleva a que haya cada vez menos organizaciones.
Cada vez hay menos líderes, y cada vez son más poderosos.
Cuando los seguidores son libres de moverse, la dinámica es de crecer o perecer.
Las organizaciones más pequeñas pueden restringir la movilidad de sus miembros para sobrevivir. Las cápsides son mayores cuando la asimetría productiva es mayor.
Cuando la asimetría productiva es muy grande suceden las ecólisis, en que las organizaciones grandes liberan a los miembros de organizaciones pequeñas para incorporarlos.
Tras las ecólisis, el aumento en la productividad y la concentración de poder se disparan.
La disputa de redes mejora el nivel de vida de la mayoría hasta un punto de inflexión. Después, induce una caída salarial, el ensilamiento tecnológico, y eventualmente una tendencia al despotismo.
Hay que salvar al mundo.
Ejercicios
- Elegir una ecólisis histórica y responder las siguientes preguntas:
- ¿Cuál es la jerarquía menos productiva? ¿Cómo restringía la libertad de movimiento de sus participantes?
- ¿Cuál es la jerarquía más productiva que implementó la ecólisis? ¿Qué tecnología fomentaba la colaboración en cada uno de los sistemas?
- ¿Se te ocurren revoluciones históricas que no hayan sucedido por ecólisis? ¿Se te ocurren casos de organizaciones que crecieran sólo por la fuerza? ¿Qué tienen en común Napoleón, la Revolución Rusa, Alemania Nazi y la guerra del Peloponeso? ¿Cómo describirías esos fenómenos desde la teoría del liderazgo?
- ¿Se te ocurre alguna cápside actual? ¿Se te ocurre alguna ecólisis que podría enfrentarla? ¿Qué rol podrían cumplir el salario básico universal, la flexibilización de los horarios laborales y la abolición de la propiedad privada de la tierra en la disputa de redes?
- ¿Qué síntomas de la concentración de poder podés encontrar hoy en día?
- ¿Por qué Uber, Rappi, Netflix o Airbnb dejaron de abaratar los servicios que proveían? ¿Puede una plataforma que abarata los costos de un servicio causar que el servicio se vuelva más caro?
- Elegir algún evento histórico que haya sido explicado desde otros marcos teóricos y pueda entenderse mejor como una ecólisis. Contrastar las explicaciones con la evidencia histórica para justificarlo.